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Connotaciones del riesgo en contextos laborales: una aproximación epistemológica crítica

  • Foto del escritor: Nathaly Berrío García
    Nathaly Berrío García
  • 9 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 26 jun 2023

Los modelos esgrimidos en el enfoque epidemiológico actual son cimentados como modelos de riesgo (1). El concepto de riesgo en epidemiología se deriva de la anticipación ansiosa que caracteriza al ser humano en los contextos de incertidumbre, y que lo empuja a hacer pronósticos, con técnicas e instrumentos más sofisticados y con mayor tecnología, sobre los determinantes de su futura salud y de su bienestar venidero. Sin embargo, el riesgo entendido como probabilidad implica un margen de error que nunca será completamente prevenible, a pesar de los intentos científicos apuntalados en métodos estadísticos avanzados posibilitados por variados softwares especializados en análisis de grandes bases de datos. De ahí que Naomar de Almeida-Filho sostenga que “el riesgo se constituye en una forma presente de describir el futuro, bajo el supuesto de que se puede decidir cuál sería el futuro deseable” (1).


Por otra parte, la acepción de factores de riesgo psicosocial en los entornos laborales, como condiciones que favorecen efectos negativos en la salud de los trabajadores (2), se relaciona con el sentido del riesgo cuya connotación es un desenlace negativo (1). Y son precisamente los desenlaces negativos los que pretenden minimizar las orientaciones “basadas en la evidencia”: medicina, psicología, epidemiología… basadas en la evidencia de las características individuales y poblaciones actuales, para hacer estimaciones de riesgos a posteriori que se quieren controlar.


En contraste, Filho argumenta que en su génesis el concepto de riesgo en epidemiología se relacionaba con la idea de daño solo secundariamente, pero que cada vez es más frecuente que se hable de riesgo con referencia también a pronósticos en forma positiva (1). De esta manera, se ha hecho imperiosa la necesidad de tener abordajes con una perspectiva salubrista en los entornos laborales, que acentúen las prácticas de autocuidado, sin desatender la prevención de los riesgos y peligros para la salud de los trabajadores. Es decir, la promoción de la salud en el trabajo y la prevención de riesgos ponen de relieve la importancia del factor humano para la mejora de las condiciones laborales (3).


El trabajo no siempre producirá desenlaces negativos para la salud de las personas (3), y esto se debe, por una parte, a la impredecibilidad que no alcanza a abordarse con el estudio del riesgo epidemiológico, y por otra, a las condiciones individuales de los trabajadores. Lo anterior es congruente con la afirmación de que “el objeto de la epidemiología es de naturaleza probabilística” (1), lo que conlleva una variabilidad inconmensurable en las formas de asociación entre las condiciones laborales, las particularidades de los trabajadores, y los riesgos en el entorno laboral.


En consecuencia, el interrogante obligado para el epidemiólogo en el contexto laboral es si es suficiente y pertinente la regulación de la evaluación del riesgo absoluto, relativo y atribuible en las organizaciones, para catalizar acciones individuales promotoras de prácticas de autocuidado de la salud. Asimismo, una dificultad adicional reside en que “no se pueden aplicar modelos de riesgo para establecer el diagnóstico o el pronóstico de un individuo en particular, porque el concepto de riesgo se refiere exclusivamente al grupo como un todo” (1).


De ahí que el Ministerio de la Protección Social señale como prioridad en el marco de la evaluación y la intervención en los riesgos, que los empleadores caractericen la personalidad y los estilos de afrontamiento de sus trabajadores (2). Lo anterior está también en línea con la consecuente falacia ecológica resultante del análisis del riesgo en el nivel individual, y la concomitante reducción de validez, puesto que el riesgo es referido a poblaciones y no a individuos (1).


En suma, el estudio del riesgo en epidemiología desdibuja la relevancia de las diferencias individuales, y las singularidades pasan a engrosar un dato estadístico, cuyo aporte a la comprensión de fenómenos como las prácticas de autocuidado en el entorno laboral, es cuestionable, ya que se diseñan planes preventivos para un vulgo predictible, según la recurrencia de casos por unidad de tiempo, redundando en términos de Filho, en seudopredicciones que procuran generalizar en contra de la lógica entrópica de cada ser humano, y que se desligan del sentido del ser humano completo que subyace al prefijo auto, en el autocuidado (4).


Referencias

1. Filho NA, Castiel LD, Ayres JR. Riesgo: concepto básico de la epidemiología. Salud Colect. 4 de diciembre de 2009;5(3):323-44.

2. Ministerio de la Protección Social. Resolución 2646 de 2008 [Internet]. 2008. Disponible en: http://fondoriesgoslaborales.gov.co/documents/normatividad/resoluciones/Res-2646-2008.pdf

3. Ruiz-Frutos C, Delclós J, Ronda E, García AM, Benavides FG. Salud Laboral: conceptos y técnicas para la prevención de riesgos laborales. 4.a ed. Elsevier España; 2013. 496 p.

4. Orem DE. Modelo de Orem: Conceptos de enfermería en la práctica. Masson-Salvat; 1993. 423 p.



 
 
 

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